La historia
comienza con el rey de Alba Longa, una ciudad de Lacio, llamado Numitor, quien
fue destronado por su hermano Amulio. Silvia tuvo dos hijos gemelos a los que llamó
Rómulo y Remo, pero por temor al rey Amulio, los colocó en una cesta sobre el río
Tíber. La cesta navegó hasta que una loba los halló y los amamantó.
Cuando los
gemelos crecieron, descubrieron su verdadero origen y el trágico destino de su
familia.
Decidieron
regresar a Alba Longa, matar a Amulio y devolverle el trono a su abuelo
Numitor. Como agradecimiento, éste les concedió territorios al noroeste del
Lacio y en el 753 a.C. los gemelos fundaron una ciudad en una llanura del río
Tíber, donde había embarrancó la cesta.
Siguiendo
una tradición etrusca, cogieron dos bueyes blancos con arado y excavan un surco
sobre el cual construyeron las murallas de la ciudad, jurando matar a
cualquiera que las traspasara. Pero no se pusieron de acuerdo para darle un
nombre a la nueva ciudad, por lo que decidieron que lo elegiría aquel que
avistase más pájaros.
Rómulo vio
12 aves, mientras que Remo alegó que, aunque sólo había visto 6, las había
visto primero. Esto los llevó a una discusión que impulsó a Rómulo a acabar con
la vida de Remo a estilo Caín y Abel. Luego comenzó a construir las murallas de
la ciudad en el monte Palantino y la denominó
Roma. Como único soberano, Rómulo creó el senado y dividió la población en
treinta congregaciones, aceptando refugiados, libertos, esclavos, prófugos,
etc. para poblar la flamante Roma.
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